La compañía Virgin Atlantic con su propietario, Richard Branson, al frente ha presentado el primer avión comercial que funciona con biodiesel en un vuelo de prueba.
La mezcla empleada es un biocombustible al 20% a partir de aceite de coco. En este vuelo de prueba fue utilizado sólo en un motor por seguridad, y el vuelo (entre Londres y Amsterdam) fue un éxito. Con esto, la compañía quiere demostrar sus apuesta por combustibles alternativos que permitan reducir las emisiones de CO2.
La experiencia ha encontrado contestación de los ecologistas porque, aunque el aceite de coco no forme parte del mercado alimentario mundial, éste no procede de plantaciones sostenibles así como que no consideran que el empleo de biocombustibles sea una solución contra el calentamiento global. Ven esta presentación pública como una estrategia publicitaria. Y es que, en comentarios que escuché por televisión, señalaban también que si todas las compañías aéreas pasasen a emplear biocombustibles se deforestarían grandes superficies de bosques para tierras de cultivos. Por otra parte, desde hace ya algún tiempo se está poniendo en duda el beneficio global de los biocombustibles. Tanto es así, que hasta la Unión Europea se está replanteando su política al respecto.
En cualquier caso no estoy de acuerdo con declaraciones de los ecologistas como que "lo que necesitamos es parar esta expansión de la aviación". La verdad es que me parece totalmente exagerada esta declaración y no me apetece nada volver a viajar a América durante un mes en barco como hiciera mi tío abuelo en su tiempo. En todo caso habrá que buscar combustibles y fuentes energéticas alternativas, aumentar la eficiencia de los motores y reducir su consumo. Pero parar la expansión de la aviación es demasiado, sobre todo cuando ha sido posiblemente el medio de transporte que más ha influido en el bienestar de la sociedad. Y lo digo por experiencia, que vivo en mitad del Atlántico.
Fuentes: Ecoperiódico / The Inquirer
Imagen: Cubbie n Vegas
La mezcla empleada es un biocombustible al 20% a partir de aceite de coco. En este vuelo de prueba fue utilizado sólo en un motor por seguridad, y el vuelo (entre Londres y Amsterdam) fue un éxito. Con esto, la compañía quiere demostrar sus apuesta por combustibles alternativos que permitan reducir las emisiones de CO2.
La experiencia ha encontrado contestación de los ecologistas porque, aunque el aceite de coco no forme parte del mercado alimentario mundial, éste no procede de plantaciones sostenibles así como que no consideran que el empleo de biocombustibles sea una solución contra el calentamiento global. Ven esta presentación pública como una estrategia publicitaria. Y es que, en comentarios que escuché por televisión, señalaban también que si todas las compañías aéreas pasasen a emplear biocombustibles se deforestarían grandes superficies de bosques para tierras de cultivos. Por otra parte, desde hace ya algún tiempo se está poniendo en duda el beneficio global de los biocombustibles. Tanto es así, que hasta la Unión Europea se está replanteando su política al respecto.En cualquier caso no estoy de acuerdo con declaraciones de los ecologistas como que "lo que necesitamos es parar esta expansión de la aviación". La verdad es que me parece totalmente exagerada esta declaración y no me apetece nada volver a viajar a América durante un mes en barco como hiciera mi tío abuelo en su tiempo. En todo caso habrá que buscar combustibles y fuentes energéticas alternativas, aumentar la eficiencia de los motores y reducir su consumo. Pero parar la expansión de la aviación es demasiado, sobre todo cuando ha sido posiblemente el medio de transporte que más ha influido en el bienestar de la sociedad. Y lo digo por experiencia, que vivo en mitad del Atlántico.
Fuentes: Ecoperiódico / The Inquirer
Imagen: Cubbie n Vegas
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