Cuando el agua del grifo sabe raro...

Me ha llamado la atención la noticia de que análisis realizados al gua del grifo de varias ciudades estadounidenses revelan la presencia de restos de medicamentos, como antibióticos, antidepresivos, hormonas...

El año pasado varios estados del país abogaron porque sus ciudadanos se "pasaran" al agua del grifo y redujeran el uso de agua embotellada en pro del medio ambiente. Ciudadanos, ecologistas y medios de comunicación vieron bien estas intenciones, pero ahora nos encontramos con la presencia de medicamentos. Es cierto que son trazas, pero la falta de normativa al respecto y el desconocimiento de las consecuencias que pueda tener la ingiera de estas aguas con el tiempo, están preocupando a la población.

Posiblemente todo quede como una preocupación momentánea (y fruto de interese contrapuestos...), pues el agua no es pura y es, en cierto modo, normal la presencia de elementos y compuestos trazas, tanto en aguas de abastecimiento como en aguas naturales. En cualquier caso, la Agencia Ambiental de EE.UU. (EPA) ha editado un documento para informar a la población acerca del agua del grifo. Está en español y se puede descargar en PDF.

Me parece muy bien y estoy totalmente de acuerdo en informar a la población, pero que la EPA emplee frases del tipo "Evite beber agua con altos niveles de nitratos" (pág. 5 del documento), no me tranquiliza. ¿Debo tener un kit de análisis de nitratos en agua en mi hogar? Entiendo que si el agua llega a mi grifo es porque cumple con todos los parámetros legales para ser considerada agua potable para abastecimiento y que la administración vela porque los suministradores cumplan la ley... Al menos así es en nuestro país. Si se detecta contaminación en el agua de abasto en los análisis periódicos se notifica a la población y se procede a resolver la situación. De vez nos enteramos del noticias en este sentido.

Por el contrario no todas las aguas embotelladas son aguas minerales, y ahí están las aguas preparadas de Pepsi y Coca Cola como ejemplo.

Fuente: El País

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